La bomba es una máquina operativa que, mediante la energía suministrada por las partes mecánicas en movimiento, desplaza volúmenes de fluido de forma continua y/o discontinua.
Tornillo de Arquímedes
La primera aparición de la bomba se remonta al siglo III a. C.; su inventor, Arquímedes, diseñó el Tornillo de Arquímedes, una bomba capaz de desplazar grandes cantidades de fluido a bajas alturas. Esta bomba sigue utilizándose hoy en día, especialmente en el campo de la depuración de aguas.
En el mismo período, apareció un mecanismo capaz de elevar fluidos a alturas aún más elevadas, hasta 20/30 metros: la Noria. El funcionamiento es el típico de un molino, donde una corriente de agua actuaba como una fuente de fluido y de energía mecánica. El líquido se eleva mediante recipientes con forma de taza.
Alrededor del año 1600, con la invención de los primeros sistemas de biela/manivela, se crearon bombas de émbolo, accionadas con la fuerza de los brazos.
Con la llegada del vapor y su uso como fuerza motriz, este tipo de bombas experimentó una mejora considerable: ahora podían levantar fluidos desde profundidades considerables, tanto era así que también se usaron en las minas para drenar pozos subterráneos.
A lo largo de los años, el proceso tecnológico ha impulsado cada vez más sistemas capaces de desplazar grandes cantidades de fluido a alturas cada vez más elevadas.
El uso de motores de combustión interna y, más tarde, de motores eléctricos, permitió desarrollar máquinas rotativas que transformaban la energía cinética en presión.
En función del modo de transmisión de la energía al fluido podemos distinguir diferentes tipos de bombas:
Se puede diferenciar aún más esta categoría:
Bombas de membrana alternativas, en las que el fluido es desplazado por membranas puestas en marcha por aire u otros sistemas
Podemos diferenciar aún más esta categoría:
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